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CINE ESPAÑOL: TRAS FRANCO

CINE ESPAÑOL: TRAS FRANCO

 

Con la muerte de Franco llega la transición democrática, en la que encontraremos un cine que por un lado abordará temas políticos y por otro, un cine de destape, de moda desde el 75. El 11 de Noviembre del 77 se suprime por Real Decreto la censura, y aparte de permitir nuevos temas, se podrán proyectar películas prohibidas hasta entonces.

En los 2 primeros años de transición surgen una serie de directores que aunque ya habían hecho películas antes, ahora harán crítica, política, social y de costumbres, a la etapa anterior. Algunos son Garci (Asignatura pendiente, 1977; Solos en la madrugada, 1978), Jaime Camino (La vieja memoria), Gutiérrez-Aragón (Camada negra)...

Junto a estos directores consagrados surge otro grupo de directores jóvenes, entre los que destacan Pilar Miró (El crímen de Cuenca), Fernando Trueba (Ópera prima), y surge Almodóvar (Luci, Pepi, Bom, y otras chicas del montón, 1980). Hay 3 características fundamentales en el cine de la transición:

1) intento por desmitificar el régimen franquista, con críticas a la política, la Iglesia, la Familia, la moral...

2) habrá un cine que aún no será capaz conjugar el nuevo discurso, más comprometido, con el lenguaje cinematográfico (la técnica), muy apegado a los cánones anteriores.

3) ruptura entre público y directores, fundamentalmente porque el discurso que van a utilizar va a estar muy alejado del interés del espectador.

Del 83 al 85 el número de películas españolas descendió, pero eran más rentables y empezaron a ser aceptadas por el público español. De este “cine de la democracia” podemos destacar a directores ya consagrados como Saura (Bodas de sangre, El amor brujo), Berlanga (Patrimonio nacional, La vaquilla), Garci (Volver a empezar, Oscar en el 82)...

También en estos años se crea la Academia de las artes y las ciencias cinematográficas , para impulsar al joven cine español, que empieza a tener cierto respaldo popular. Los 80 están marcados por la movida, con Colomo (La vida alegre, 87), Almodóvar (Mujeres..., 88), Vicente Aranda (El luteI), Jaime Camino (Luces y sombras). El cine de los 80 consolida la imagen del cine español tanto dentro como fuera del país, y hay una gran aproximación al público. Gran parte de “culpa” de esto la tuvo la movida.

En los 90 hay una clarísima consolidación del cine español: junto a directores ya consagrados como Almodóvar (Átame, Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Carne trémula), se consolida la “Escuela de directores vascos”, con Armendáriz (Las cartas de Alou). También surgen Julio Médem (La ardilla roja, 93), Bajo Ulloa (Alas de mariposa, La madre muerta), Trueba (El sueño del mono loco, muy alejada de su estilo, Belle epoque)...

La reflexión final de esta mínima relación de películas es decidir hacia donde va el cine español. Por un lado, está recibiendo apoyo político, materializado en las ayudas económicas, la cuota de pantalla y la toma de conciencia por parte de los políticos del papel que pueden tener.

Por otro lado, está recibiendo también un fuerte apoyo del público. Esta sintonía tiene que ver con la aparición de principios de los 90 de un grupo de jóvenes directores que han superado temas muy utilizados como la Guerra Civil o el Realismo Social, para enfocarse hacia la Comedia Ligera o hacia temas intimistas, aunque muy cercanos a la realidad española. Quizás, uno de los que más aportó fue Amenábar , con Tesis (93), y Abre los ojos (97). Otros son Alex de la Iglesia (El día de la bestia, 95), Armendáriz, con Historias del Kronen o Secretos del corazón (97), Icíar Bollaín (Hola, ¿estás sola?), Isabel Coixet (Cosas que nunca te dije), Fernando León (Barrio), Medem (Los amantes del círculo polar), Trueba (La niña de tus ojos), o, una de las más taquilleras del cine español, Torrente, el brazo tonto de la ley, de Santiago Segura .


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